Es usted un mago. Dice usted que celebró la victoria en Málaga dando gracias a ese cielo que tantas veces le llamó cabrón. Si eso lo dice Mourinho, sale Rouco y lo descristianiza. Lo dice usted, Carlo, y todo suena bien. ¡Que importante son las formas! Usted lo espeta todo con respeto, sin agredir, y se le acepta como un entrenador caballeroso. Su respeto por los profesionales del fútbol y su manera de callarse para no criticar a un colega, como sucedió con el Mono Burgos, le revaloriza. Mantiene usted unos códigos del balompié que son sagrados. Y sus compañeros del gremio le ensalzan por dar …