Después de un partido gris, en el que una y otra vez se estrelló el Madrid contra la estructura defensiva tejida por Rafa Benítez, queda sólo hueco para la heroica en Anfield. Se vió muchos individualismos (Robben lo intentó mil veces, pero sin mucho apoyo en sus compañeros), pero también es verdad que el Liverpool tampoco hizo gran cosa y sacó un resultado exagerado por el juego desplegado.
Allí habrá que jugar a tumba abierta, arriesgando atrás en cada ataque. Aunque tampoco hay que perder la cabeza; un gol madridista empataría la eliminatoria. El problema es la ansiedad de conseguir ese gol en el transcurso del partido; si se aproxima el final llegan los nerviosismos, las imprecisiones y la concatenación de errores. Y sólo vale ganar.
Por eso hay que jugar los primeros minutos con la intensidad y esfuerzo de ser los últimos, y pasarles a ellos la pelota de la presión de verse eliminados. Podemos, sólo hay que creerselo y poner esfuerzo, sufrimiento y concentración.
La Champions nunca fue fácil, ni siquiera para nosotros, siendo el mayor error que se puede cometer en esta competición el de infravalorar al adversario como hizo Vicente Boluda, nuestro presidente, al decir que les íbamos a ganar 3-0 en el Bernabéu y les íbamos a chorrear allí. A pesar de todo todavía se puede… ¡Hala Madrid!